SIRENAS, NEREIDAS, TRITONES... SERES DEL AGUA EN LA MITOLOGÍA GRECOLATINA




María Victoria Martín Sánchez, Higuera de la Serena  2019.
De niños solemos esperar pacientemente el sueño gracias a los cuentos que nos cuentan nuestros padres para ir a la cama pero, siendo una niña, crecí escuchando, en estos momentos de ensoñación, cuentos muy diferentes y distintos, leyendas y fábulas de antiguos dioses griegos y romanos, tan bonitas e imaginativas que caída profundamente dormida junto a mi tía María Victoria, la apasionada narradora que me mantenía feliz, ensimismada e intrigada en cada una de las leyendas que me contaba de la antigua mitología grecolatina en las cálidas y estrelladas noches de verano de mi pueblo, Higuera de la Serena.

Para comprender el presente, a veces, es necesario que conozcamos el pasado, y a veces, el pasado, sólo se llegaba a comprender gracias a los mitos. Los mitos, en la época griega y romana, fueron la forma de intentar comprender o interpretar todo lo que era inexplicable al entendimiento humano de la época. 
En todas las civilizaciones, el agua tenido una importancia crucial y fuertemente significativa, no siendo menos en la mitología grecolatina. 

Para descubrir el agua en el origen del mundo, tenemos que remontarnos a Hesíodo (Sigo VIII A.C) y a su Cosmogonía (cosmo: universo, gono: origen). En el mundo grecolatino no hay separación entre la Cosmogonía y la Teogonía (teo: dioses, gono: origen) porque, en el principio del mundo, ya se identificaba a los elementos dándoles una representación de seres superiores, llamados por ellos “dioses”. 

Estatua de Poseidón. San Andrés, Colombia.

Según Hesíodo, en un principio sólo existía Caos, que era un “vacío previo a todo” (no el sentido de desorden con el que actualmente relacionamos la palabra). De Caos emergió la tierra “Gea”, que surgió de “Tártaro” (aproximado al infierno cristiano)…y finalmente emergió el amor “Eros”. 

La aparición de Eros fue muy importante porque, según Hesíodo, el amor era fundamental para que estas primeras entidades pudieran reproducirse entre ellas y así dar lugar a la aparición de las siguientes entidades. De Caos, además, surgen otras dos entidades muy importantes: Nix (la noche) y Erebo (el mundo subterráneo).
De Nix y Erebo surge Éter (el aire más puro que respiran los dioses) y Hemera (el día). De Gea y Tártaro nació el monstruo Tifón (que representaba las fuertes tempestades y huracanes). Nix, de manera sexual, engendró a Tánatos (la personificación de la muerte), a Hipnos (del sueño) y a Eris (de la discordia).
Gea, de forma individual, tuvo a las montañas, a Ponto (la personificación del mar) y a Urano (el cielo). Gea y Ponto se unieron y de esta unión aparece Nereo, padre de las 50 hijas conocidas como Nereidas.

Genealogía principales dioses griegos.

Las Nereidas son las ninfas del mar Mediterráneo, ellas simbolizaban todo lo que hay de hermoso y amable en el mar. Las Nereidas cantaban con voz melodiosa y bailaban alrededor de su padre. Las conocemos representadas como muchachas muy hermosas, vestidas con túnicas de seda blanca con bordados dorados, a veces totalmente desnudas, coronadas con coral rojo y portando el tridente de Poseidón, de cuyo séquito formaban parte. 
Las Nereidas, de Gaston Bussere (1902)

Las Nereidas vivían en las profundidades de las aguas, pero emergían a la superficie para ayudar a marineros que surcaban los agitados mares, como a los famosos Argonautas, héroes griegos que acompañaron a Jasón en la expedición para conquistar el Vellocino de Oro.
Gea y Urano fueron los creadores de los primeros Titanes, que ya forman parte de la segunda generación de Dioses. De esta segunda generación tiene especial importancia Cronos, del que, por su unión con Rea, surge la generación de Dioses más importantes, que es la que conocemos como “Dioses Olímpicos”. Estos dioses eran conocidos así porque vivían en el monte Olimpo y tenían personificación humana: Zeus (dios de cielo), Era (diosa del amor), Deméter (diosa de la agricultura), etc.

Hylas y las ninfas, de John William

A Cronos, Dios supremo y padre de todos estos hijos, un oráculo le había vaticinado que uno de sus hijos le despojaría de su poder, así que, cada hijo que tenía, lo engullía devorándolo sin piedad.
Rea, hastiada de no poder tener a sus hijos con ella, decidió que el próximo que engendrara viviría fuera como fuera, y así nació Zeus. Antes de que Cronos se dispusiera a comerse a Zeus, Rea envolvió una piedra simulando contener a su hijo y Cronos lo engulló sin percatarse del cambio. Entonces, Rea, le encarga a  las ninfas el cuidado y la custodia de su hijo.


Pasaron los años y aquel niño se convirtió en un adulto joven y fuerte, momento en el que Zeus conoció sus orígenes. Zeus, encolerizado, decide acabar con el Titán, su padre Poseidón, quién se había comido a todos sus hermanos. Zeus preparó una poción e invitó a su padre a probarla, este último sin saber que Zeus era vástago suyo. El Titán la tomó, empezándose a sentir mal y vomitando a todos los hijos que, desde el inicio de los tiempos, había engullido. La ira de Cronos fue tal, que obligó a los suyos (gigantes, titanes y cíclopes) a que mataran a todos sus hijos, empezando aquí el enfrentamiento: “Dioses contra Titanes”.
Zeus, al vencer a Cronos, se convierte en el dios supremo, y aquí se hace la división del mundo entre sus hermanos: Hades (Plutón), dios del inframundo y Poseidón (Neptuno), dios del mar y las aguas.


Poseidón, señor de las aguas
De toda la genealogía de los seres mitológicos y la presencia e importancia del agua en estos mitos, hay que destacar personajes como Poseidón y toda su descendencia.

Los peligros del mar estaban personificados en seres monstruosos que formaban el cortejo de Poseidón: Tritón, Caribdis, Scilla,..pero lo seres relacionados con el agua más conocidos son los que recoge Homero en la Odisea. 
La Odisea cuenta la desventura que tuvo que sortear Ulises hasta Ítaca. 
Al hacer los dioses dos bandos, Poseidón, que estaba en contra de Ulises, al ser este Titán el  dios de mar, castigaba constantemente a Ulises con tormentas y tempestades en el piélago, en su retorno a Ítaca. Existen numerosos mosaicos que adornaban los suelos de las viviendas romanas inspirados en este episodio de la Odisea.



Pero, retomando las aventuras de Ulises, no podemos negar que los seres marinos más conocidos son las sirenas.

En la actualidad, pensamos que las sirenas eran seres dulces, cariñosos, mitad humano y mitad pez pero, volviendo a la mitología, las sirenas realmente fueron seres híbridos con cuerpo de ave y rostro de mujer, que vivían cerca del mar en las proximidades de Sicilia, no teniendo aletas sino alas para poder volar (ciertamente después se representaron como seres con cola de pez). 
Estas primeras sirenas no estaban en el agua, sino en la costa, y una de sus principales características era su voz, que poseía una inmensa dulzura y musicalidad, dones gracias a los que atraían a los barcos de marineros, que saltaban a las aguas para escucharlas mejor y que, su final no era otro, que morir en el agua o devorados por las sirenas.

Cita textualmente la Odisea: “Aquel que imprudente se acerca a ellas y oye su voz, ya no vuelve a ver a su esposa y sus hijos al ser hechizados por las sirenas con su sonoro canto, sentadas en una pradera y teniendo a su alrededor enorme montón de huesos de hombres putrefactos cuya piel se va consumiendo…”



Sin embargo, hubo alguien capaz de soportar el canto de las sirenas, y ese fue el astuto Ulises.
Ulises, en su vuelta a casa tras la guerra de Troya, desafortunadamente pasó por los dominios de estos seres. Las sirenas tenían un destino no escrito que decía que: “si algún hombre conseguía escucharlas pero no se sentían atraídos por ellas, deberían morir”.
Para evitar el influjo de su voz, Ulises ordenó que todos los hombres de su barco se tapases los oídos con cera para no escuchar el canto de las sirenas, pero él, que quería escucharlas, ordenó ser atado al mástil del barco. Cuando el barco iba bordeando la costa, empezó a escuchar el canto de las sirenas imitando la voz de su esposa Penélope. En ese momento Ulises ordenó a sus hombres que lo desataran pero, como todos tenían los oídos tapados con cera, no fueron a soltarlo y así consiguieron seguir navegando y alejarse de las peligrosas sirenas. De esta aventura, la mejora representación que se conserva es el mosaico “Ulisse et les sirenes”, del S.III, localizado en el museo del El Bardo, en Túnez.


Ulises y las sirenas. Museo del Bardo, Túnez.

Sirenas, Ninfas, Tritones, grandes dioses como Poseidón…, todos ellos seres mitológicos relacionados con las aguas y los mares, que ponen en valor la importancia del agua y la representación que ésta tenía a través de sus mitos en el mundo grecolatino.

La cultura grecolatina, quizá en parte olvidada y algo apartada de lo que consideramos actual y moderno de nuestros tiempos, tiene más importancia de la que posiblemente creamos. Tal y como recalca María Victoria Martín: “la mitología ha sido la base del pensamiento y toda la cultura posterior en nuestro país; tanto en política (en Roma nació la república), en literatura (la épica homérica ha inspirado a innumerables autores de occidente) y, por supuesto, el alcance y trascendencia del latín, base del actual vocabulario. Grecia es la cuna de la civilización”.

Es imposible no ver que la mitología en la actualidad impregna nuestras vidas: la astronomía, la cartografía, el zodíaco, numerosos instrumentos, miles de palabras…. Toda cultura alberga una tradición mítica, de la que, la nuestra, está basada afortunadamente en la mitología grecolatina.

Agradecimientos: María Victoria Martín Sánchez, Higuera de la Serena (año desconocido). Licenciada en Filología Clásica y profesora de Latín y Griego en el I.E.S. Muñoz Torrero (Cabeza del Buey).